Foto: Laguna 69, Áncash - ©Emilie Ristevsk

Viajar a Áncash es adentrarte en un territorio donde la majestuosidad de los Andes se mezcla con historias ancestrales, lagunas de colores irreales y una energía que invita a la aventura desde el primer instante. No es casualidad, entonces, que esta región peruana haya sido reconocida recientemente con el Premio TOURISE al Mejor Destino de Aventura 2025, un galardón internacional que solo reciben aquellos lugares capaces de dejar huella en viajeros de todo el mundo.

Durante la 26ª Asamblea General de ONU Turismo, realizada en Arabia Saudita, esta distinción fue entregada a la viceministra de Turismo, Aracelly Laca, ante la presencia de autoridades globales que celebraron el enorme potencial turístico de Perú. Este reconocimiento premia la riqueza natural y cultural de Áncash y reafirma algo que muchos viajeros ya conocen: aquí la aventura es parte de la vida y cada rincón ofrece una experiencia que transforma y maravilla.

Imagina iniciar tu día contemplando la Cordillera Blanca, la cadena montañosa tropical más alta del planeta, mientras sus picos nevados se iluminan lentamente con los primeros rayos del sol. Esa es solo una de las escenas que Áncash regala a quienes se animan a descubrirla. Su capital, Huaraz, es el punto de partida perfecto para explorar maravillas como la Laguna 69; el Parque Nacional Huascarán, hogar del nevado más alto del Perú; o la quebrada Llanganuco, uno de los lugares más fotogénicos de Sudamérica.

De esta manera, cada ruta, cada sendero y cada montaña parecen haber sido diseñados para los amantes de la naturaleza y la adrenalina. No importa si eres un viajero experimentado o si apenas estás iniciando tu conexión con el trekking: Áncash siempre tiene un desafío a tu medida.

Pero la región no solo deslumbra por su geografía. También es un territorio donde la cultura respira en cada pueblo, en cada fiesta, en cada sonrisa. Durante la ceremonia en Arabia Saudita, la viceministra Laca destacó que este galardón simboliza el trabajo conjunto de guías locales, emprendedores, artesanos y familias enteras que comparten con orgullo su herencia cultural y su compromiso con el turismo sostenible.

Es gracias a ellos que los visitantes pueden vivir experiencias auténticas: desde probar platos tradicionales como el picante de cuy o el Cebiche de chocho, hasta participar en festividades donde danzas, colores y música se unen para celebrar la vida en los Andes.